Esta unidad de Delta HF Integrale es una de las más originales que existen conservadas desde 1992
Los automóviles con especificaciones “Safari” fueron autos únicos. Se empleaban soluciones totalmente diferentes a las de cualquier otro rally con carrocerías específicas mucho más reforzadas, luces adicionales, una admisión especial conocida como “snorkel” para poder vadear ríos y muchos otros elementos que se utilizaban de forma excepcional para correr en Kenia.
Mecánicamente también había diferencias notables. El desarrollo de la caja de cambios era más largo debido a las extensas llanuras y el motor era más "light" con una potencia reducida entre un 20-30% en busca de la máxima fiabilidad dado que se trataba de una de las pruebas más duras del mundo después del Rally Dakar. También se modificaba convenientemente la suspensión, con amortiguadores más altos y robustos. Además de la dureza del rally en sí, estos coches eran bastante más pesados debido a los refuerzos extra ya mencionados, el depósito de gasolina de mayor capacidad o los elementos adicionales.
Por aquella época los Rally Safari eran muy distintos a la actualidad con recorridos a carretera abierta e infinidad de controles de paso. Una aventura extrema donde los equipos preparaban especialmente el evento durante varios meses. Exigía mucho a pilotos y copilotos, enfrentados a una navegación muy compleja que les hacía cambiar de mentalidad en la preparación respecto a los habituales rallys de velocidad pura. Las marcas más potentes incluso llevaban un helicóptero que se encargaba de informar de los posibles peligros del recorrido al copiloto, sobre todo de los numerosos animales como jirafas y cebras que se encontraban a su paso.
Lancia llevaba diez años persiguiendo la victoria en el Safari. Primero con el Fulvia en los años 70 y posteriormente con el Delta, en los 80. La ansiada victoria en el rally más impredecible del mundo por fin llegó en 1988 con Miki Biasion. Un año más tarde repitieron con su piloto de cabecera; segunda victoria en 1989. Y de nuevo un triunfo más, esta vez en 1991 de la mano de Juha Kankkunen.
El Lancia de este reportaje, un Delta HF Integrale (TO53231S) fue empleado precisamente por Juha Kankkunen y Juha Piironen en la edición de 1992 bajo los colores Martini Racing, logrando el segundo escalón del podium por detrás de Carlos Sainz y Luis Moya, que vencieron con su Toyota. De la dureza extrema de la prueba dan cuenta los 4.387 kilómetros de recorrido con 105 controles de paso, de los cuales 2.827 kilómetros eran tramos cronometrados.
Uno de los curiosos elementos que se utilizaban en esta peculiar carrera se encuentra dentro del vehículo: un machete. Una herramienta nada común en un coche de competición, pero que en Kenia podía ser empleado para cortar la vegetación en caso de salida de carretera o también como medida disuasoria ante ataques de animales o posibles robos de bandas locales.
Tras competir en Kenia el auto fue comprado directamente a Lancia en 1992 por una persona muy vinculada a la marca, Gino Macaluso. Se pidió que se sustituyera la parte superior original del techo tras un vuelco en la prueba africada por el tetracampeón del mundo Juha Kankkunen, una parte que se conserva aún entre la increíble colección de la familia Macaluso en Torino.
Emprendedor, diseñador, antiguo copiloto/piloto Abarth/Fiat y campeón de Europa de rallys en 1972, Macaluso fue presidente del ACI (Automobile Club d’Italia). Tuvo una vida totalmente dedicada al motorsport, lo que le llevaría años años más tarde a fundar R&D Motorsport, equipo con el que pretendía competir en el campeonato del Mundo de Rallys Junior (JuniorWRC) con los colores Italianos. Equipo, por cierto, que con Andrea Dallavilla al volante de un Fiat Punto S1600 consiguió el subcampeonato del mundo 2001 dentro del JWRC.
Estamos frente a uno de los iconos de los rallys. Esta unidad de Delta HF Integrale es una de las más originales que existen conservadas desde 1992.